Desgraciadamente ha llegado Septiembre.
Eso podría ser más o menos irrelevante para alguien como este maño
que, por cuestiones de trabajo, guarda cinco dias escasos de
vacaciones, y se las arregla como puede para guardar fiesta por la
tarde. Pero el verano es un estilo de vida, cada cual en la medida de
sus posibilidades, y con el verano se acaban los fines de semana en
el pueblo, los viajes, aunque sean cortos, la piscina y,
especialmente, las tardes y noches de cervezas y cenas en las
terrazas de la capital del reino con la familia y amigos.
Las terrazas son una seña de identidad
del zaragozano. No es que el clima sea aquí especialmente propicio
para ello, porque hay que tener ganas para estar en una terraza con
cuarenta grados a la sombra. Pero la terraza, como os decía antes,
es un momento para disfrutar con la familia y amigos, para compartir
confidencias, risas y hasta algun mal momento, que a veces también
toca.
Ayer mismo fui pronto al gimnasio.
Desayunamos tranquilamente en una terraza leyendo la prensa, e
hicimos nuestros ejercicios. Procuramos terminar pronto, con la
intención de no llegar tarde a casa. Sin embargo, al pasar por la
terraza del gimnasio, me encontré a un matrimonio amigo, con los que
habíamos estado el dia anterior en el mismo lugar, tomando unas
cervezas y de charla. Al verme, se levantaron inmediatamente:
“Sientate, sientate. Espera un momento, que te saco una cerveza”.
“No, dejadlo, que me quiero ir pronto a casa”, fue mi respuesta.
La cerveza se convirtió en dos o tres, y en un agradable rato de
charla y risas, a cuarenta grados de temperatura, porque eso si,
habrá llegado septiembre, pero en Zaragoza está haciendo más calor
estos dias que en alguna semana de agosto.
Por la tarde decidimos no salir hasta
las ocho, ya que el zaragoza jugaba a las ocho y media. Como nuestros
hijos se iban al estadio a ver el partido, nos bajamos a la terraza
habitual, justo debajo de casa, a ver el partido. A las nueve de la
noche teníamos ayer más de treinta y tres grados, pero eso no fue
obstaculo para ver el partido, entre cervezas, algun plato de jamón
de teruel y risas y comentarios sobre el partido con unos amigos que
estaban en la mesa de la izquierda y con otros que no conociamos de
nada, que ocupaban la mesa de la derecha.
Por eso esta hoy este maño con cierto
bajon animico, porque todo eso, que es parte esencial del aragones,
se va acabando. Solo quedará ya en los proximos meses otra parte del
adn nuestro, que es el trabajo duro y serio, que también tiene su
recompensa, al menos normalmente. Leo que disfrutará de un merecido
descanso por jubilación, después de años de trabajo bien hecho y
responsable, la mascota de la Legión, la cabra Pepé. Según
palabras de los legionarios, cuenta la noticia, la mejor mascota que
ha tenido la Legión. Un estupendo ejemplar de cabra, de 80 kilos de
peso y un metro de altura, con una cornamenta cuasi perfecta, y con
un estilo al desfilar que para sí quisiera más de un soldado
profesional. No ha habido una mascota de la Legión que haya
desfilado tan bien portando con tanta elegancia el manto y el
gorrillo legionario. Lo que os digo, trabajo serio y responsable.
Obviamente, la cabra Pepé es una cabra aragonesa, un ejemplar de la
raza autóctona. Solo tengo que ponerle un pero al asunto, y es que
la cabra Pepé disfrutará de su merecida jubilación en un refugio
para animales de Málaga. Lo suyo sería que descansase viendo desde
nuestras cumbres los valles de su Aragón natal.