La semana ha sido intensa, llena de
episodios fascinantes. Es una pena que Gila falleciera, porque podía
haber sacado actuaciones para un año. Destacaremos tres detalles: El
primero es que finalmente la organización de los Premios Nobel ha
conseguido contactar con Bob Dylan, por lo del Premio Nobel de
Literatura, y el cantautor ha dicho que puede que vaya a recogerlo. Y
me imagino al gran humorista vallisoletano recreando el momento:
- Óigame, ¿está Bob Dylan?
- Yes
- ¡Que se ponga!
- Dígame
- ¿Es Bob Dylan?
- Si, soy yo.
- Pues menos mal que le encuentro, porque llevo semanas llamando a todos los Dylan de EEUU y me va a subir un pico la factura. Que le llamo de los Premios Nobel, soy Eufrasio Nobel, y era para decirle que le hemos dado el Premio Nobel de Literatura, que si puede pasar a recogerlo por Estocolmo cuando tenga un momento.
- Pues es que no me viene muy bien, la verdad.
- Verá. Bob Dylan, que no se lo digo por nada, lo que pasa es que tengo el premio en la librería del salón y me ocupa mucho sitio, porque como además lleva también una bolsa con un millón de euros, que es el premio en dinero, pues que me va a coger polvo ahí.
- Hombre, la verdad es que no llevo suelto, y no me vendría mal el millón de euros para comprar pienso para el perro y eso. Bueno, ya veré, si tengo un hueco me paso...
El que seguro que no le hubiera cogido
el teléfono a Gila es Pedro Sánchez, bueno es él. Al marcar le
hubiera salido uno de esos mensajes que dicen: “el teléfono móvil
marcado está apagado o fuera de cobertura. Y no vuelva a llamarle,
que no es no. ¿Que parte no entiende?”. Claro que esa manía de no
querer hablar con según quien le ha salido cara, porque ha dejado de
ser secretario general del partido, y se ha quedado sin cargo, le han
quitado el despacho y le han dado un hueco debajo de una de las
escaleras del Congreso y ya no tiene plaza de garaje en la sede del
PSOE, ahora le toca ir en Metro, porque con eso de las restricciones
de tráfico en la capital por la contaminación el pobre ya no tiene
ni la opción de ir con su coche y aparcar en la zona azul.
El que sí que cogía el teléfono era
Ramón Espinar, portavoz de Podemos en el Senado. Vaya que si lo
cogía. Y le vino bien, le vino bien. Con 20 años le llamaron por
teléfono para darle un piso de protección juvenil a dedo, sin
sorteo, que le costó, evidentemente, bastante menos de su valor de
mercado. Supongo que no tendría nada que ver el hecho de que el
padre fuera político y tuviese un papel importante en la concesión
de los créditos necesarios para la construcción de la vivienda.
Será una simple casualidad. Sin embargo, a pesar de ello, el hombre,
como no podía pagar el piso, porque no tenía ingresos, a los tres
meses pidió permiso para venderlo, permiso que se le concedió.
Supongo que no tendría nada que ver el hecho de que el padre fuera
político, será una simple casualidad. Consiguió vender el piso al
año, ganando dinero, y terminando de pagar el piso con el dinero que
le dejó la familia. En este punto cabe destacar que el padre es uno
de los implicados en el famoso caso de las tarjetas black, de bankia.
También cabe destacar que el chico se ha destacado por su especial
beligerancia contra la especulación inmobiliaria, siendo una de sus
frases más señaladas cuando dijo que “El objetivo final
de la promoción de vivienda pública no es venderla, el
objetivo final de la promoción de vivienda pública es garantizar el
acceso al derecho a la vivienda de la ciudadanía que no puede
acceder en mercado libre. Ese es el objetivo". El tipo no es
maño, pero hay que reconocerle que tiene dos cojones.
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