miércoles, 4 de noviembre de 2015
EL PUEBLO (DOS ORILLAS 2/11/15)
Aproximadamente la mitad de la poblacion de Aragon vive en Zaragoza. Es un territorio extenso, como Costa Rica, y mas grande que Suiza, en el que solo vivimos menos de un millon y medio de personas. Con una tierra mayoritariamente arida, y con unos pueblos con poca poblacion, no es de extrañar que durante los años de la posguerra emigrasen muchos habitantes de los pueblos a la ciudad en busca de una vida mejor.
Por eso, muchos de los habitantes de Zaragoza tenemos pueblo. La mayoria hemos nacido y vivido en Zaragoza, pero en el pueblo hemos pasado muy buenos momentos. Mi pueblo es Borja, seguramente os sonara por el asunto del celeberrimo Ecce Homo, una campaña de marketing para el ayuntamiento de una localidad de unos 5000 habitantes hubiera sido imposible pagar con dinero. Pero Borja es mucho mas que eso. Es un pueblo cuya historia se remonta al siglo V antes de Cristo. Celtiberos, romanos, musulmanes, judios y cristianos conformaron esa historia bimilenaria. Y Borja no se entenderia sin uno de los pilares fundamentales de su economia durante siglos, el vino, fundamentalmente de uvas de variedad garnacha, aunque se han ido introduciendo otras.
Pero, por encima de todo eso, Borja es mi hogar. Resulta paradojico, porque nunca he vivido en Borja, salvo en verano. Pero si, Borja es mi hogar, me siento en casa cuando paseo por sus calles, cuando me encuentro con mis primos en un bar o en un concierto, o cuando ceno con mis amigos en nuestra bodega. Tambien me siento en mi hogar cuando recuerdo mi adolescencia, aquellos tiempos en los que me escapaba unos dias al pueblo cuando podia mientras el resto de mi familia se quedaba en zaragoza. Alli disfrutaba de mucha mas libertad que en Zaragoza, por el hecho de que en el pueblo se sabe por la mañana lo que has hecho la noche anterior.
Borja tambien son recuerdos de la infancia. La casa de los abuelos, aquellas escaleras que terminaban en la cocina, con lo que aqui llamamos "el hogar", en otras partes de Aragon, la cadiera o el fogaril. En definitiva, el lugar donde se encendia fuego para cocinar o, simplemente, calentarse sentados en los bancos cuando el frio apretaba.
Tambien recuerdo con especial cariño a la tia Ines y al tio Juan Jose. Ellos fueron mucho mas que tios, su casa siempre fue mi casa, aquella a la que me escapaba para disfrutar del pueblo. Eran dos personas sencillas, que no se hicieron ricos, pero que quisieron mucho y que, por su amor y generosidad, todos seguimos recordando con cariño cuando ya han pasado unos cuantos años desde sus fallecimientos.
Estoy convencido de que las experiencias que se viven en el pueblo hacen mas completa a la persona. A mis hijos tambien les gusta ir al pueblo, acuden siempre que pueden, y disfrutan, como yo lo hacia a sus años, de la familia, de los amigos y de la libertad que les da el hecho de que, muchas veces desde la cama, su madre y yo sabemos lo que estan haciendo. Y si no es asi, a la mañana siguiente cualquiera nos informara exhaustivamente.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario