sábado, 16 de abril de 2016

DIVERGENTE (16/3/16)

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No soy muy amigo de las sagas literarias o,  especialmente, de las cinematográficas. Creo que,  salvo que sea por la complejidad de la historia, las secuelas suelen aportar poco a la historia original, salvo las obras maestras,  como Matrix o,  por supuesto, Torrente.

No obstante, en los últimos dias he tenido ocasión de ver las dos primeras entregas cinematografícas de una saga que plantea una historia con mucha acción y de cierta similitud con la actualidad: la saga divergente.
La trama nos presenta una sociedad que,  después de una guerra apocalíptica, divide a la población en grupos en función de los valores que encarnan o defienden. El individuo escoge la facción a la que quiere pertenecer después de una prueba que le sugiere su elección. La prueba no es vinculante, pero una vez hecha la elección es para siempre, y para ser miembro de la facción elegida los aspirantes habran de superar mas pruebas que les plantean, bastante arbitrariamente por cierto,  los prebostes de cada facción. Si no son capaces de superarlas no pueden integrarse en la facción y quedan fuera de la sociedad. ¿os resulta familiar todo esto?.

Añadidle a este escenario otro matiz: hay individuos que no son claramente encuadrables en una de las facciones,  porque tienen multiples capacidades o su escala de valores tiene mas matices que la defensa de un unico valor. Son los llamados divergentes,  a los que el sistema considera un peligro y persigue hasta su exterminacion. No hay lugar para colores y matices.

Esa sociedad supuestamente perfecta,  aunque obviamente imperfecta,  entra en crisis por la ambición de la jefa de una de las facciones, que encabeza una rebelión contra la faccion dirigente y toma el poder, aniquilando a esa faccion dirigente en busca no solo del poder,  sino de un oráculo dejado por los fundadores de la sociedad que solo podra abrir alguien que supere las pruebas de todas las facciones,  por lo tanto un divergente. 

El sistema ha pervertido de tal manera la idea original que ha convertido en perseguidos a aquellos en quienes originariamente se pensó como sus guias e inspiradores. El sistema no es el fin,  sino el medio de conseguir lo mejor para el individuo. El sectarismo empobrece,  por simplista. En el equilibrio esta la virtud, la sabiduría,  y hay que saber aprovechar lo mejor de cada individuo en aras del bien comun. La globalización ha hecho posible que nuestro mundo este gobernado por unos pocos, cada vez menos en número,  pero mas poderosos.  Una decisión suya influye de forma determinante en las vidas de millones de personas. La inseguridad del ciudadano es cada vez mayor por ello.

Por otra parte,  el sectarismo de las clases dirigentes y su escasa disposición a colaborar con otros que defienden otros valores empobrece nuestra sociedad,  porque en lugar de sumar resta.Nuestra sociedad y nuestros dirigentes necesitan un cambio. Y el cambio debe empezar por nosotros mismos. Debemos estar mas abiertos a asumir las buenas ideas que puedan tener los que piensan distinto. Debemos huir de sectarismos y asumir que todos podemos aportar,  y que nuestra sociedad sera mejor cuantas mas voluntades seamos capaces de aunar y cuantos mas individuos integremos en el sistema.




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