sábado, 16 de abril de 2016

LA BANDERA (16/4/16)

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Esta semana hemos sufrido en Zaragoza la enésima demostración del concepto de la libertad y del ejercicio de las funciones de un cargo público. Al cumplirse el 85 aniversario de la proclamación de la Segunda República en España, la Alcaldía de Zaragoza ha colgado en el balcón del Ayuntamiento la bandera republicana.

Este tipo de asuntos sublevan bastante a la ciudadanía, tanto a favor como en contra. Hay quienes argumentan a favor de este tipo de actos que el Ayuntamiento puede conmemorar de esa manera acontecimientos históricos. Este maño considera que un Ayuntamiento está para gestionar, no para colgar banderitas en los balcones, sean las que sean. Mientras nuestro amado Alcalde y sus concejales se entretienen en estas cosas, la ciudad tiene multiples y muy variados problemas, a los que ellos no ponen solución, ni se espera: un déficit de mantenimiento tremendo en calles, parques y otros equipamientos municipales; Entidades Sociales y Clubes Deportivos cerrando las persianas o a punto de hacerlo por los retrasos en los cobros de las subvenciones municipales, cosa que, por cierto, debería preocupar especialmente a un gobierno de izquierdas; una huelga de transporte publico en pausa, pero no resuelta, con un coste social importante y algunos otros asuntos.

Un Ayuntamiento no está para celebrar los acontecimientos históricos que le interesa destacar para hacer proselitismo en favor de sus ideas, no. Y esto es lo que ha hecho el Gobierno de Zaragoza, como lo demuestra el hecho de que algunos de sus concejales se hayan fotografiado en el balcón municipal con la susodicha bandera, y hayan colgado la foto en redes sociales con un rotundo ¡Viva la Republica!. Conviene recordar que España, según su Constitución, es una monarquía parlamentaria. Por supuesto que todas las ideas tienen cabida, y son defendibles, pero donde es debido. Si un político quiere hacer publicidad de sus ideas no debe hacerlo desde una institución pública, porque está pervirtiendo la institución.

Aunque la verdad es que la idea no me disgusta. Es más, estoy pensando meterme en política para defender las causas que me apasionan. Al dia siguiente de ser Alcalde investigaría a ver si existe una bandera de los jacuzzis, y si no la existe mandaría crearla a algún asesor, que me gusta lo de las burbujitas cosquilleando por el bañador. Seguro que no existe la bandera de las magras con tomate, pero esa la crearía yo. La estoy viendo: un banderón de color rojo con un filetón de jamón serrano a modo de escudo. Y pondría una renta básica de subsistencia de ambas cosas. Se acabó la tristeza, ningún zaragozano sin una sesión de jacuzzi semanal y sin un buen plato de magras con tomate. ¡Coño, me olvidaba del futbol!. La bandera del Real Zaragoza junto a las otras, será por sitio en el balcón. Y mandaría construir un campo para 700.000 personas, y con entrada gratuita, para que ningún zaragozano se quedase sin ver a su Real Zaragoza.

No es que este maño espere un poco de consecuencia, responsabilidad o saber hacer del Ayuntamiento de Zaragoza. Ya he tenido una demostración de lo que puedo esperar de ellos con los asuntos de la gomina del alcalde, o de los viajes de partido pagados, presuntamente, claro, por el ayuntamiento. Pero no no estoy dispuesto a aguantar que nadie se autoasigne el monopolio de dar clases de moral, cuando no la tienen. Las clases de moral o de historia las deben dar los maestros, en las escuelas, y con la mayor asepsia posible. Creo firmemente que cada cual puede pensar lo que quiera, mientras sea honesto y consecuente. Bastante esfuerzo me cuesta contribuir a mantener todo este sindios como para aguantar además que me digan como tengo que pensar. Ya me cuidaré yo mucho de tratar de influir en nadie, pero no todo vale.

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